lunes, 2 de abril de 2012

Necesito anestesia

.. para no necesitar

domingo, 11 de marzo de 2012

CXIX

"No es amor el sentimiento que no arrasa.
¿Brinda acaso un tizón el calor de una hoguera?
Noche y día y durante el resto de su vida,
el amante verdadero se consume de dolor y de placer."

martes, 21 de febrero de 2012

Radiografía

Por Charles Warnke

Salí con una chica que no lee. Encontrala en medio de la mugre de un bar del bajo. Encontrala en medio del humo, de la transpiración de los borrachos y de las luces psicodélicas de un boliche de lujo. Donde sea que la encontrés, descubrila sonriendo y asegurate de que la sonrisa permanezca incluso cuando su interlocutor le haya quitado la mirada. Encandilala hablándole de trivialidades; usá las típicas frases de conquista y reíte por dentro. Sacala a la calle cuando los bares y los boliches ya hayan cerrado; ignorá la fatiga que sentís. Besala bajo la lluvia y dejá que la luz tenue de un farol de la calle los ilumine, así como viste que pasa en las películas. Hacele un comentario sobre el poco significado que tiene todo eso. Llevátela a tu departamento y despachala luego de hacerle el amor. Curtítela.

Dejá que la especie de contrato que sin darte cuenta creaste con ella se convierta poco a poco, incómodamente, en una relación. Descubrí intereses y gustos comunes como las pastas o la música pop, y construí un muro impenetrable alrededor de todo eso. Hacé del espacio común un bastión sagrado y regresá a él cada vez que el aire se vuelva pesado o las veladas se estiren demasiado. Hablale de cosas sin importancia y pensá poco. Dejá que pasen los meses sin que te des cuenta. Proponele que se mude a vivir con vos y dejala que decore la casa. Peleate con ella por cosas insignificantes como que la cortina de la ducha tiene que estar siempre cerrada para que no se llene de moho. Dejá que pase un año sin que te des cuenta. Empezá a darte cuenta.

Llegá a la conclusión de que probablemente tendrían que casarse porque de lo contrario habrías perdido mucho tiempo de tu vida. Invitala a cenar a un restaurante fashion en Puerto Madero y asegurate de que tenga una linda vista. Pedile al mozo que le traiga la copa de champán con el anillo adentro. Apenas se dé cuenta, proponele matrimonio con todo el entusiasmo y la sinceridad que puedas juntar. No te preocupes si sentís que tu corazón está a punto de atravesarte el pecho; y si no sentís nada, tampoco te preocupes. Si hay aplausos, dejá que terminen. Si llora, sonreí como si nunca hubieras estado tan feliz; y si no lo hace, igual sonreí.

Dejá que sigan pasando los años sin que te des cuenta. Armate una carrera en vez de conseguir un trabajo. Comprate una casa y tené dos lindos hijos. Tratá de criarlos bien. Equivocate a menudo. Caé en una aburrida indiferencia y luego en una tristeza de la misma naturaleza. Sufrí la típica crisis de los cincuenta. Envejecé. Sorprendete por tu falta de logros. En ocasiones sentite satisfecho, pero vacío y etéreo la mayor parte del tiempo. Durante las caminatas que hagas, tené la sensación de que nunca vas volver, o de que el viento puede llevarte. Contraé una enfermedad terminal. Morite, pero solamente después de haberte dado cuenta de que la chica que no lee jamás hizo vibrar tu corazón con una pasión que tuviera sentido; que nadie va a contar la historia de sus vidas, y que ella también va a morir arrepentida porque su capacidad de amar nunca generó nada.

Hacé todas estas cosas, mierda, porque no hay nada peor que una chica que lee. Hacelo, te digo, porque una vida en el purgatorio es mejor que una en el infierno. Hacelo porque una chica que lee posee un vocabulario capaz de describir el descontento de una vida insatisfecha. Un vocabulario que analiza la belleza innata del mundo y la convierte en una necesidad alcanzable, en vez de algo maravilloso pero ajeno a vos. Una chica que lee hace alarde de un vocabulario que puede identificar lo espeso e inerte de la retórica de quien no puede amarla, y la inarticulación causada por el desespero del que la ama demasiado. Un vocabulario, carajo, que hace de mi sofística vacía un truco berreta.

Hacelo porque la chica que lee entiende de sintaxis. La literatura le enseñó que los momentos de ternura llegan en intervalos esporádicos pero predecibles y que la vida no es plana. Sabe y exige, como corresponde, que el flujo de la vida venga con una corriente de decepción. Una chica que ha leído sobre las reglas de la sintaxis conoce las pausas irregulares –la vacilación en la respiración– que acompañan a la mentira. Sabe cuál es la diferencia entre un episodio de rabia aislado y los hábitos a los que se aferra alguien cuyo amargo cinismo continuará, sin razón y sin propósito, después de que ella haya hecho sus valijas y pronunciado un adiós inseguro. Tiene claro que en su vida no voy a ser más que unos puntos suspensivos y no una etapa; y por eso sigue su camino, porque la sintaxis le permite reconocer el ritmo y la cadencia de una vida bien vivida.

Salí con una chica que no lee porque la que sí lo hace sabe de la importancia de la trama y puede rastrear los límites del prólogo y los agudos picos del clímax; los siente en la piel. Tendrá paciencia en caso de que haya pausas o intermedios, e intentará acelerar el desenlace. Pero sobre todo, la chica que lee conoce el inevitable significado de un final y se siente cómoda en ellos, pues ya se ha despedido de miles de héroes con apenas una pizca de tristeza.

No salgas con una chica que lee porque ella ha aprendido a contar historias. Vos, con tu Joyce, con tu Nabokov, con tu Woolf; vos en una biblioteca, o parada en la estación del subte, tal vez sentada en la mesa de un café, o mirando por la ventana de tu cuarto. Vos, la que me hizo la vida tan difícil. La lectora ha desenredado la madeja de su vida y la ha llenado de sentido. Insiste en que la narrativa de su historia es magnífica, variada, completa; en que los personajes secundarios son coloridos y el estilo atrevido. Vos, la chica que lee, me hace querer ser todo lo que no soy. Pero yo soy débil y te voy a fallar porque vos soñaste, como corresponde, con alguien mejor que yo y no vas a aceptar la vida que te describí al inicio de este texto. No te vas a resignar a vivir sin pasión, sin perfección, a llevar una vida que no sea digna de ser contada. Por eso, andate de acá, chica que lee; tomate el siguiente tren que te lleve al sur y llevate a tu Cortázar con vos. Te odio, de verdad te odio.


lunes, 20 de febrero de 2012

Hasta cementerios virtuales

Me resulta demasiado turbio el tema de Internet (puntualmente, Facebook/Twitter, sitios cotidianos) respecto a la muerte. ¿Qué se hace cuando un amigo/contacto muere, y su cuenta queda ahí, flotando en la red?. Es como un cementerio, y perdón si suena muy crudo. La gente pasa dejando comentarios, lamentos, nostalgia, como alguien que pasa por una tumba y deja una flor. Me da escalofríos, no por el hecho, sino por la situación en sí. Pero creo que la mayoría no tiene el valor para eliminarlo de su lista, es como matarlo dos veces. Hay personas que deben tener más recuerdos ahí dentro que en un álbum de fotos tangible o una carta escrita a mano por ese alguien.
Algo parecido leí hoy en una revista y me dejó pensando, y sentí la necesidad de expresarlo yo también.
¿Deberíamos dejar por escrito en algún lado que se cierren nuestras cuentas de Internet después de morir?¿Deberíamos dejarlas activas?¿Qué tan punzante es ver una notificación vía Facebook que dice "Hoy (esa persona) cumple años"?
(... cuánta gente de tu lista se acuerda de tu cumpleaños sin necesidad de ver un aviso?)
¿Es más la gente que pasa por ese "cementerio virtual" que por el real?

Odio esto!

miércoles, 8 de febrero de 2012

(Clic para ver la animacón)

lunes, 23 de enero de 2012

"Hubo un tiempo en que todos los hombres que vivían sobre el planeta eran dioses. Mas los hombres abusaron tanto de su deidad que Brahma, el Supremo, decidió privarlos del aliento divino que había en su interior y esconderlo en donde jamás pudieran encontrarlo y utilizarlo para generar maldad. El gran problema fue encontrar un sitio apropiado(...). Ante esto, Brahma mencionó: escondedla dentro del hombre mismo; jamás pensará en buscarla allí"

Leyenda hindú

martes, 27 de diciembre de 2011

Solo te pido una sonrisa más, para saber como sonreir de aquí en más
Solo quisiera hacerte el mejor favor para que mi culpa se vaya como el Sol,
y la Luna no me reproche lo que el tiempo no me dejó vivir con vos.

Te voy a llevar para siempre en el corazón, te lo prometo.
Gracias por tanto y perdón por tan poco.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Es una mezcla rara. Tengo una especie de misantropia. Quisiera ser un ente (y no un ser) en el medio de la nada misma.. una semana, al menos. Pero a la vez siento que todo marcha bien, que msi esfuerzos en ciertas cosas sirvieron para algo, al fin y al cabo. Que tengo muchas cosas que hacer en la vida todavia, y que no me alcanza el tiempo. Pero tampoco confio en la gente. Y a la vez vivo en una permanente nube de utopias, generalmente sociales. Y a ahora tengo miedo de que se desate sobre mi la Teoria del Caos. Por lo menos dejame respirar hasta las vacaciones, son 15 dias en la playa, nada mas. Che, todo es raro. Los dedos no son raros? un puente no es raro? una fruta no es rara?.
Creo que estoy durmiendo poco.

martes, 22 de noviembre de 2011

Cuento sin moraleja

Un hombre vendía gritos y palabras, y le iba bien, aunque encontraba mucha gente que discutía los precios y solicitaba descuentos. El hombre accedía casi siempre, y así pudo vender muchos gritos de vendedores callejeros, algunos suspiros que le compraban señoras rentistas, y palabras para consignas, esloganes, membretes y falsas ocurrencias.

Por fin el hombre supo que habia llegado la hora y pidió audiencia al tiranuelo del pais, que se parecía a todos sus colegas y lo recibió rodeado de generales, secretarios y tazas de café.

-Vengo a venderle sus últimas palabras -dijo el hombre-. Son muy importantes porque a usted nunca le van a salir bien en el momento, y en cambio le conviene decirlas en el duro trance para configurar facilmente un destino histórico retrospectivo. -Traducí lo que dice- mando el tiranuelo a su interprete. -Habla en argentino, Excelencia. -¿En argentino? ¿Y por qué no entiendo nada? -Usted ha entendido muy bien -dijo el hombre-. Repito que vengo a venderle sus últimas palabras.

El tiranuelo se puso en pie como es de práctica en estas circunstancias, y reprimiendo un temblor, mandó que arrestaran al hombre y lo metieran en los calabozos especiales que siempre existen en esos ambientes gubernativos. -Es lástima- dijo el hombre mientras se lo llevaban-. En realidad usted querrá decir sus últimas palabras cuando llegue el momento, y necesitará decirlas para configurar fácilmente un destino histórico retrospectivo. Lo que yo iba a venderle es lo que usted querrá decir, de modo que no hay engaño. Pero como no acepta el negocio, como no va a aprender por adelantado esas palabras, cuando llegue el momento en que quieran brotas por primera vez y naturalmente, usted no podra decirlas. -¿Por qué no podré decirlas, si son las que he de querer decir? -pregunto el tiranuelo ya frente a otra taza de café. -Porque el miedo no lo dejará -dijo tristemente el hombre-. Como estará con una soga al cuello, en camisa y temblando de frio, los dientes se le entrechocaran y no podrá articular palabra. El verdugo y los asistentes, entre los cuales habrá alguno de estos señores, esperarán por decoro un par de minutos, pero cuando de su boca brote solamente un gemido entrecortado por hipos y súplicas de perdón (porque eso si lo articulará sin esfuerzo) se impacientarán y lo ahorcarán.

Muy indignados, los asistentes y en especial los generales, rodearon al tiranuelo para pedirle que hiciera fusilar inmediatamente al hombre. Pero el tiranuelo, que estaba-pálido-como-la-muerte, los echó a empellones y se encerró con el hombre, para comprar sus últimas palabras.

Entretanto, los generales y secretarios, humilladísimos por el trato recibido, prepararon un levantamiento y a la mañana siguiente prendieron al tiranuelo mientras comía uvas en su glorieta preferida. Para que no pudiera decir sus últimas palabras lo mataron en el acto pegandole un tiro. Después se pusieron a buscar al hombre, que había desaparecido de la casa de gobierno, y no tardaron en encontrarlo, pues se paseaba por el mercado vendiendo pregones a los saltimbanquis. Metiéndolo en un coche celular, lo llevaron a la fortaleza, y lo torturaron para que revelase cuales hubieran podido ser las últimas palabras del tiranuelo. Como no pudieron arrancarle la confesión, lo mataron a puntapiés.

Los vendedores callejeros que le habían comprado gritos siguieron gritándolos en las esquinas, y uno de esos gritos sirvió más adelante como santo y seña de la contrarrevolución que acabó con los generales y los secretarios. Algunos, antes de morir, pensaron confusamente que todo aquello había sido una torpe cadena de confusiones y que las palabras y los gritos eran cosa que en rigor pueden venderse pero no comprarse, aunque parezca absurdo.

Y se fueron pudriendo todos, el tiranuelo, el hombre y los generales y secretarios, pero los gritos resonaban de cuando en cuando en las esquinas.


(sos tan capo, TAN capo!)

domingo, 20 de noviembre de 2011

L'esprit de l'escalier

L'esprit de l'escalier (en francés: el ingenio de la escalera) es una expresión francesa que describe el acto de pensar en una respuesta ingeniosa cuando es demasiado tarde para darla. Este fenómeno viene usualmente acompañado de una sensación de pesar y arrepentimiento, una "consciencia intranquila". Fue acuñada por Denis Diderot, el enciclopedista francés, en su Paradoxe sur le Comédien.

La frase se utiliza cuando nos viene a la cabeza un insulto o una réplica ingeniosa demasiado tarde, cuando ya estamos bajando la escalera de la tribuna, habiendo perdido la oportunidad de lanzarlos. Data de la época en que la palabra esprit, que significa espíritu o mente, se usaba comúnmente para designar el ingenio.

La expresión, en general, también puede indicar el estado resultante de la frustración por la falta de respuesta que puede hacer que cualquiera se convierta en la víctima, tanto que es usada en psicología, con la variante de «síndrome de l'escalier».

Jean-Jacques Rousseau, que se reconoce como angustiado por el punto más alto en el espíritu de las escaleras, se extiende largamente en sus Confesiones sobre todas las meteduras de pata que cometió en sociedad, y que en gran medida ayudaron a que se convirtiera en un misántropo. Dijo sobre sí mismo que era mejor en "conversaciones por correo".

domingo, 6 de noviembre de 2011

Necesito alguien que me emparche un poco
y que limpie mi cabeza,
que cocine guisos de madre,
postres de abuela y torres de caramelo

Que ponga tachuelas en mis zapatos
para que me acuerde que voy caminando,
y que cuelgue mi mente de una soga,
hasta que se seque de problemas y me lleve...

Y que esté en mi cama viernes y domingos
para estar en su alma todos los demás días de mi vida.
Y que me quiera cuando estoy, cuando me voy, cuando me fui,
y que sepa servir el té, besarme después y echarse a reir.

Y que conozca las palabras que jamás le voy a decir
y que no le importe mi ropa, si total me voy a desvestir
para amarla, para amarla.

Necesito alguien que me emparche un poco
y que limpie mi cabeza,
que cocine guisos de madre,
postres de abuela y torres de caramelo.

Si conocen alguien así
yo se los pido,
que me avisen porque es así
totalmente quien necesito.


Ok, es todo. Lo dije (lo dijeron, bah).

lunes, 24 de octubre de 2011

Lo importante es desear y no ser un muerto vivo..

Canción, canción, canciones de liberación.

domingo, 9 de octubre de 2011

Conversaciones de colectivo

- "[...] y ayer soñe con mi abuelita. Soñé que estaba desesperado porque tenía que vender mis rosas, y mi abuelita aparecía y me decía que yo iba a poder, que las iba a poder vender todas".
- Vas a poder, vas a ver que tu abuela te está ayudando desde el cielo.


(Uno de esos momentos en los que odio no tener dinero encima..)

lunes, 26 de septiembre de 2011

Otra gran verdad

Lo que seduce nunca suele estar donde se piensa

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Nivel de tolerancia: -50%