domingo, 3 de octubre de 2010

Hamlet II

Hamlet.- ¡Ja, Ja! ¿Eres honesta?

Ofelia.- ¿Señor?

Hamlet.- ¿Eres hermosa?

Ofelia.- ¿Qué quiere decir Su Señoria?

Hamlet.- Que si eres honesta y hermosa, tu honestidad no debería admitir trato alguno con tu hermosura

Ofelia.- Señor, ¿podría tener la hermosura mejor compañera que la honestidad?

Hamlet.- En verdad que si; porque el poder de la hermosura transformará a la honestidad en una alcahueta mucho antes de que la fuerza de la honestidad logre convertir a la hermosura a su semejanza. Esto constituía en otro tiempo a una paradoja; pero, en el presente, es cosa probada. ¡Alguna vez te amé, Ofelia!

Ofelia.- Verdaderamente, señor, así me lo hizo creer

Hamlet.- Pues no deberías haberme creido; porque la virtud no puede injertarse en nuestro viejo tronco sin que nos quede de él algun resabio. Yo no te amaba.

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